sábado, 18 de abril de 2015

Para todo hay una primera vez

No es la primera vez que me encuentro con hermanos taxistas que no se han confesado ni comulgado por más de 40 años. Recemos por ellos para que puedan hacer "cambio de aceite del motor del alma" (confesarse) y cargar combustible de altísimo octanaje que se adapta a todo tipo de motor del alma (ir a Misa el domingo, escuchar la Palabra de Dios y recibir la Santa Comunión). Imagínense que se acercan a Dios y luego se convierten en taxista misionero. Solamente pensar en el impacto en el pasajero cuando el taxista le dice: "Imagínese, después de 40 años me he confesado y comulgado. Es maravilloso estar cerca de Dios". Dios mediante el pasajero también se acerca a Dios.



Es la primera vez que me encontré con un hermano taxista que prometió a su familia casarse por Iglesia cuando cumpliese 50 años de unión con su mujer. Le impresionó cuando se le hizo pensar: Esto significa que quiere seguir pecando hasta cumpla las bodas de oro de conviviente. Recemos también por él  para que pronto viva en matrimonio santo y pueda confesarse y comulgar.



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