domingo, 31 de julio de 2016

Una escena de la Vigilia de la JMJ y las palabras del Papa



Fue la tercera escena teatral en la Vigilia JMJ Cracovia 2016, con el título Amor para los Tibios: la fe, de blanco, intenta llegar a muchos jóvenes, cada uno de ellos atrapado en una prisión transparente de individualismo, conectado a una tablet o móvil... Santa Faustina Kowalska lo contempla entristecida. Pero la fe encuentra su camino, es capaz de despertar al tibio, mientras el coro canta Jesús En Ti Confío, la oración de la Divina Misericordia.






A continuación el texto completo de la alocución papal:
Queridos jóvenes, buenas tardes
Es bueno estar aquí con ustedes en esta Vigilia de oración.
Al terminar su valiente y conmovedor testimonio, Rand nos pedía algo. Nos decía: «Les pido encarecidamente que recen por mi amado país». Una historia marcada por la guerra, el dolor, la pérdida, que finaliza con un pedido: el de la oración. Qué mejor que empezar nuestra vigilia rezando.
Venimos desde distintas partes del mundo, de continentes, países, lenguas, culturas, pueblos diferentes. Somos «hijos» de naciones, que quizá pueden estar enfrentadas luchando por diversos conflictos, o incluso estar en guerra. Otros venimos de países que pueden estar en «paz», que no tienen conflictos bélicos, donde muchas de las cosas dolorosas que suceden en el mundo sólo son parte de las noticias y de la prensa.
Pero seamos conscientes de una realidad: para nosotros, hoy y aquí, provenientes de distintas partes del mundo, el dolor, la guerra que viven muchos jóvenes, deja de ser anónima, para nosotros deja de ser una noticia de prensa, tiene nombre, tiene rostro, tiene historia, tiene una cercanía.
Hoy la guerra en Siria, es el dolor y el sufrimiento de tantas personas, de tantos jóvenes como la valiente Rand, que está aquí entre nosotros pidiéndonos que recemos por su amado país.
Existen situaciones que nos pueden resultar lejanas hasta que, de alguna manera, las tocamos. Hay realidades que no comprendemos porque sólo las vemos a través de una pantalla (del celular o de la computadora).
Pero cuando tomamos contacto con la vida, con esas vidas concretas no ya mediatizadas por las pantallas, entonces nos pasa algo importante, todos sentimos la invitación a involucrarnos: «No más ciudades olvidadas», como dice Rand: ya nunca puede haber hermanos «rodeados de muerte y homicidios» sintiendo que nadie los va a ayudar.
Queridos amigos, los invito a que juntos recemos por el sufrimiento de tantas víctimas fruto de la guerra, esta guerra que hay hoy en el mundo, recemos por tantas familias de la amada Siria y de otras partes del mundo, para que de una vez por todas podamos comprender que nada justifica la sangre de un hermano, que nada es más valioso que la persona que tenemos al lado. Y en este pedido de oración también quiero agradecerles a Natalia y a Miguel, porque ustedes también nos han compartido sus batallas, sus guerras interiores. Nos han mostrado sus luchas y cómo hicieron para superarlas. Son signo vivo de lo que la misericordia quiere hacer en nosotros.
Nosotros no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir, no queremos insultar. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Nosotros hoy estamos aquí, porque el Señor nos ha convocado. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia.
Celebremos el venir de culturas diferentes y nos unimos para rezar. Que nuestra mejor palabra, que nuestro mejor discurso, sea unirnos en oración. Hagamos un rato de silencio y recemos; pongamos ante Dios los testimonios de estos amigos, identifiquémonos con aquellos para quienes «la familia es un concepto inexistente, y la casa sólo un lugar donde dormir y comer», o con quienes viven con el miedo de creer que sus errores y pecados los han dejado definitivamente afuera. Pongamos también las «guerras» de ustedes, nuestras guerras, las luchas que cada uno trae consigo, dentro de su corazón, en presencia de nuestro Dios. Y para esto, para estar en familia, los invito a ponerse de pie, a tomarse de la mano y rezar en silencio, todos.
(Oración en silencio)
Mientras rezábamos, me venía a la mente la imagen de los Apóstoles el día de Pentecostés. Una escena que nos puede ayudar a comprender todo lo que Dios sueña realizar en nuestra vida, en nosotros y con nosotros. Aquel día, los discípulos estaban encerrados por miedo. Se sentían amenazados por un entorno que los perseguía, que los arrinconaba en una pequeña habitación, obligándolos a permanecer quietos y paralizados. El temor se había apoderado de ellos. En ese contexto, pasó algo espectacular, algo grandioso. Vino el Espíritu Santo y unas lenguas como de fuego se posaron sobre cada uno, impulsándolos a una aventura que jamás habrían soñado. Las cosa cambia así.
Hemos escuchado tres testimonios, hemos tocado, con nuestros corazones, sus historias, sus vidas. Hemos visto cómo ellos, al igual que los discípulos, han vivido momentos similares, han pasado momentos donde se llenaron de miedo, donde parecía que todo se derrumbaba. El miedo y la angustia que nace de saber que al salir de casa uno puede no volver a ver a los seres queridos, el miedo a no sentirse valorado ni querido, el miedo a no tener otra oportunidad.
Ellos nos compartieron la misma experiencia que tuvieron los discípulos, han experimentado el miedo que sólo conduce a un lugar: ¿Adónde nos lleva el miedo? Al encierro. Y cuando el miedo se acovacha en el encierro siempre va acompañado por su «hermana gemela»: la parálisis, sentirnos paralizados. Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida, y más en la juventud. La parálisis nos va haciendo perder el encanto de disfrutar del encuentro, de la amistad; el encanto de soñar juntos, de caminar con otros. Nos aleja de los otros, nos impide tender la mano. Como hemos visto, todos encerrados en ese lugar de adentro.
Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa para los jóvenes, y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá/kanapa». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora.
Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. La «sofá-felicidad», «la kanapa-szcz??cie», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, la juventud. ¿Y por qué sucede esto Padre? Porque poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados. Ayer hablaba de los jóvenes que se jubilan a los 20 años, hoy hablo de los jóvenes adormecidos, embobados, atontados.
Mientras otros —quizás los más vivos, pero no los más buenos— deciden el futuro por nosotros. Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón.
Les pregunto a ustedes ¿Quieren ser jóvenes adormecidos, embobados, atontados? ¿Quieren que otros decidan el futuro por ustedes? ¿Quieren ser libres? ¿Quieren luchar por su futuro? No están muy convencidos, eh. ¿Quieren luchar por su futuro? (¡Sí!)
Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No somos libres para dejar una huella, perdemos la libertad. Este es el precio y hay mucha gente que quiere que los jóvenes no sean libres, que sigan atontados, embobados, adormecidos. Esto no puede ser, debemos defender nuestra libertad.
Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado. Es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad. Nos despojan de la libertad.
Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, el Señor del siempre «más allá». Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia.
Ir por los caminos siguiendo la «locura» de nuestro Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo. Ir por los caminos de nuestro Dios que nos invita a ser actores políticos, personas que piensan, movilizadores sociales.
Que nos incita a pensar una economía más solidaria. En todos los ámbitos en los que ustedes se encuentren, ese amor de Dios nos invita llevar la buena nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a Él y a los demás. Y esto significa ser valiente, significa ser libres.
Podrán decirme: «Padre pero eso no es para todos, sólo es para algunos elegidos». Sí, es verdad, y estos elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás. De la misma manera que el Espíritu Santo transformó el corazón de los discípulos el día de Pentecostés, estaban paralizados, lo hizo también con nuestros amigos que compartieron sus testimonios.
Uso tus palabras, Miguel, vos nos decías que el día que en la Facenda te encomendaron la responsabilidad de ayudar a que la casa funcionara mejor, ahí comenzaste a entender que Dios pedía algo de ti. Así comenzó la transformación.
Ese es el secreto, queridos amigos, que todos estamos llamados a experimentar. Dios espera algo de ti, ¿Han entendido? Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo con vos puede ser distinto. Eso sí, si vos no ponés lo mejor de vos, el mundo no será distinto. Es un desafío.
El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, m?ody-kanapa, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando querramos vivirla, siempre y cuando querramos dejar una huella.
La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro. No, nosotros debemos decidir nuestro futuro, ustedes el suyo. El Señor, al igual que en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. Él quiere construirlo con vos. ¿Y tú qué cosa respondes? ¿Sí o no?
Me dirás, Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer? Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: Él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar. Su apuesta siempre es al futuro, al mañana. Jesús te proyecta al horizonte, nunca al museo.
Por eso, amigos, hoy Jesús te invita, te llama a dejar tu huella en la vida, una huella que marque la historia, que marque tu historia y la historia de tantos. La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos necesitamos de ustedes, que nos enseñen como ahora hacen ustedes, a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza sino, como una oportunidad y ustedes son una oportunidad para el futuro: tengan valentía para enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros. Necesitamos aprender esto.
Y todos juntos pidamos que nos exijan transitar por los caminos de la fraternidad. Que sean ustedes nuestros acusadores si elegimos la vida de los muros, de la enemistad, de la guerra. Construir puentes: ¿Saben cuál es el primer puente a construir? Un puente que podemos realizarlo aquí y ahora: estrecharnos la mano, darnos la mano. Anímense, hagan ahora, aquí, ese puente primordial, y dénse la mano, todos ustedes. Es el gran puente fraterno, el modelo.
Siempre está el riesgo de quedarse con la mano tendida, pero en la vida es necesario arriesgarse, quien no se arriesga no gana. Estrechen sus manos, gracias.
Y ojalá aprendan a hacerlo los grandes de este mundo... pero no para la fotografía, sino para seguir construyendo puentes más y más grandes. Que éste puente humano sea semilla de tantos otros; será una huella.
Hoy Jesús, que es el camino, a ti, a ti, a ti, te llama a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a desandar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido. ¿Te animas? ¿Qué responden ahora, quiero ver tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida?
Que el Señor bendiga sus sueños, gracias.

viernes, 29 de julio de 2016

Cuatro puñaladas a Guy, una pistola sobre Jeanine: ella cuenta lo que sucedió esa mañana en misa


Cuatro puñaladas a Guy, una pistola sobre Jeanine: ella cuenta lo que sucedió esa mañana en misa
Lo que empezó como una misa de pueblo con 3 monjas y 3 ancianos
se convirtió en un símbolo para toda Europa


Los yihadistas en la iglesia de Saint Etienne de Rouvray pusieron el martes una pistola en el cuello de la anciana Jeanine, de 86 años, y asestaron cuatro puñaladas a su marido Guy, que cumplía ese día 87 años y empezaba la jornada dando gracias a Dios en misa con su esposa.

Los cuatro golpes de cuchillo de los "guerreros de la yihad" no fueron bastantes para matar a un anciano de 87 años, y los "guerreros" ni siquiera se dieron cuenta. Sin embargo, Jeanine sí vio que Guy seguía vivo e incluso consciente, pero que se hacía el muerto: eso salvó su vida. 

Antes, explica Jeanine a los micrófonos de la radio francesa RMC (aquí en francés), los jóvenes yihadistas habían entregado un móvil al anciano pidiendo que grabase cómo mataban al sacerdote. No está claro si llegó a hacerse.

El asalto a las 9.25
Todo empezó a las 9.25 horas, cuando ya la misa se acaba. Además del matrimonio octogenario y del padre Jacques Hamel participaban en ella tres religiosas de la congregación de San Vicente de Paúl. Los dos jóvenes entraron por una puerta trasera armados con cuchillos y una pistola que en realidad no funcionaba.

Jeanine lo explica así: «Cuando uno de los terroristas se acercó a mí, me dijo que no iba a hacerme daño porque íbamos a servir de rehenes. Hablaba de las tres monjas presentes y de mí. Entonces me dije: ‘Bueno, no vamos a morir enseguida. Moriremos quizás un poco más tarde’».

«Al padre Jacques le dieron primero un golpe, seguramente en el cuello. Cayó con la cara hacia el cielo, hacia nosotros. Se veía la sangre salir de la boca. Y enseguida le dieron otros golpes y ahí se terminó».

Que el anciano filme con un móvil
«Los terroristas habían dado un teléfono móvil a mi marido para que filmara o fotografiara al cura una vez ejecutado. Luego tomaron a mi marido como rehén y le hicieron otro tanto».

«Recibió cuatro cuchilladas en el cuello, los brazos y la espalda. Querían matarlo, como al cura».

«Yo me dije que estaba muerto y que iba a ser nuestro turno. Los terroristas me sujetaban por la espalda con su pistola en el cuello. ¿Era falsa? No lo sé. Pero estaba en mi cuello… Luego afilaron el cuchillo. Es todo».


Guy trató de perder menos sangre
Jeanine explicó que su marido salvó la vida porque «se hizo el muerto». «Le vi moverse un poquito. Estaba bien. No había perdido el conocimiento. Trató de mantener los dedos en la herida para evitar que sangrara demasiado. Pero le pareció el tiempo muy largo antes de que vinieran a buscarlo», relató. Guy permanece hospitalizado con heridas graves en el cuello, pero su vida no corre peligro

Los sanitarios asombrados
Los sanitarios que llegaron explicaron a la prensa francesa que "aunque estamos acostumbrados era una escena muy impactante". Añaden que el anciano Guy se aferró a la vida: "Gritaba que no quería morir. Estaba entre la vida y la muerte, pero tenía pasión por la vida, se aferró a ese lado. En ningún momento cerró los ojos", declara un sanitario que lo atendió. 


Creyentes "sin publicidad"
Jeanine está ahora con su familia, sus hijos y parientes, en su chalet del pueblo. Guy trabajó en la fábrica de papel cercana durante 35 años, y han vivido allí 56. Eran conocidos por los vecinos como activistas de una causa que une a la mayoría, la oposición a cierto viaducto que no gusta nada en la comunidad. Un vecino explica en Le Parisien sobre este matrimonio: "Él y su esposa se resumen en una palabra, la bondad; es gente amable. Se sabe que son creyentes pero no hacen ningún tipo de publicidad". 

Ahora, esta misa de 3 ancianos y tres religiosas en una mañana de martes pasará a ser una de las misas más famosas y simbólicas de la historia de Europa.

miércoles, 27 de julio de 2016

El cura degollado, Jacques Hamel, era un hombre bueno, generoso, muy querido y con carisma


El cura degollado, Jacques Hamel, era un hombre bueno, generoso, muy querido y con carisma



Dos hombres armados con armas blancas han muerto bajo disparos de la Policía tras tomar cinco rehenes que participaban en la misa matinal en una iglesia de la localidad francesa de Saint-Etienne-du-Rouvray, en la región de la Alta Normandía, cerca de Ruan (Rouen, en francés).

Uno de los rehenes, un sacerdote de 86 años, ha muerto degollado por los asaltantes.Otro de los rehenes está en estado crítico, según ha confirmado la Policía.

En total, cinco personas habían sido retenidas: un cura, dos monjas y dos fieles. Una religiosa, que huyó, fue quien dio la voz de alarma, según indicó Le Figaro.

Hollande lo atribuye a Daesh
Al llegar al lugar de los hechos, hacia la una y media de la tarde, el presidente francés François Hollande ha hablado abiertamente de «atentado» y ha explicado que fue cometido «por dos terroristas que decían ser de Daesh». 

Según informa la cadena BFM TV y recoge ABC, los atacantes habrían gritado 'Alá es grande' durante el asalto. 

Hacia las 14.15, el grupo terrorista Daesh declaró con una nota en la agencia A'Maq que el "ataque" fue efectuado por "soldados de Estado Islámico".


Estado Islámico «nos ha declarado la guerra», ha advertido Hollande, quien ha alertado de que «la amenaza sigue siendo muy elevada». En este sentido, el presidente ha llamado a «estar juntos», en un mensaje dirigido a «todos los franceses».

La Sección Antiterrorista de la Fiscalía de París se ha hecho cargo de la investigación.

En el suceso, que comenzó sobre las 9.30 de la mañana del martes, han intervenido agentes del cuerpo de elite de la Brigada de Investigación e Intervención (BRI) y militares.

Parroquia de Saint Etienne du Rouvray, lugar de los hechos

El vicario general de la diócesis de Ruan, Philippe Maheut, acudió enseguida al lugar. El arzobispo de Ruan, Dominique Lebrun, como tantos otros obispos del mundo se encuentra estos días en Polonia en la Jornada Mundial de la Juventud. Precisamente, en la parroquia del beato mártir Jerzy Popieluszko y en su tumba predicó a los jóvenes francófonos sobre el ejemplo de los que dan la vida por Cristo. 

Jacques Hamel, el sacerdote asesinado, tenía 86 años, 
y 58 años de servicio como presbítero

El sacerdote asesinado era Jacques Hamel, de 86 años, que ayudaba en la parroquia.Nacido en Darnétal, un pueblo cercano, fue ordenado en 1958: ha servido a la Iglesia 58 años como presbítero.

El comunicado del arzobispo
El arzobispo de Ruan, Dominique Lebrun, ha conocido los hechos poco después de haber orado junto con los jóvenes peregrinos de su diócesis en la tumba del beato mártir Jerzy Popieluszko en Varosovia, "asesinado bajo el régimen comunista", como detalla en un comunicado de prensa. Anuncia su regreso inmediato a la diócesis.

El arzobispo habla en esa nota de "tres víctimas, el sacerdote, el padre Jacques Hamel, de 84 años, y los autores del asesinato. Otras tres personas están heridas, una muy grave". 

El arzobispo añade: "Clamo a Dios con todos los hombres de buena voluntad. Me atrevería a invitar también a los no creyentes a que se unan en este clamor. La Iglesia Católica no puede tomar otras armas de la oración y la fraternidad entre los hombres. Dejo aquí [en Polonia] a cientos de jóvenes que son el futuro de la humanidad. Les pido que no cedan a la violencia y que se conviertan en apóstoles de la civilización del amor".

Vaticano: "Violencia horrible en un lugar sacro"
El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, ha emitido un comunicado condenado el atentado y asegurando la cercanía un oración del Pontífice. “Es una nueva y terrible noticia, que se añade lamentablemente a una serie de violencias que en estos días nos han afectado, creando inmenso dolor y preocupación”, afirma la nota.

“Seguimos la situación y esperamos ulteriores informaciones para entender mejor lo que ha sucedido” indica Lombardi, precisando que “el Papa ha sido informado y participa en el dolor y en el horror de esta violencia absurda, con la condena más radical de toda forma de odio y su oración por las personas afectadas”.

“Estamos particularmente turbados por el hecho que esta violencia horrible sucedió en una iglesia, un lugar sacro en el cual se anuncia el amor de Dios, con el bárbaro asesinato de un sacerdote e involucrando a los fieles”. Y añade: “Estamos cerca de la Iglesia en Francia, de la arquidiócesis de Ruan, de la comunidad golpeada y del pueblo francés”.


El presidente francés, François Hollande (que es originario de esa región), y el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, se pusieron en marcha hacia el lugar.

El primer ministro francés, Manuel Valls, lo ha calificado de "horror" y "ataque bárbaro" "Francia entera y todos los católicos son golpeados, nos apiñaremos", asegura en Twitter.

Lo que las mujeres casadas desde hace tiempo quieren que sepan sobre sexo las mujeres solteras

¿De dónde viene el verdadero placer? 23 sorprendentes confesiones
Lo que las mujeres casadas desde hace tiempo quieren que sepan sobre sexo las mujeres solteras


Caryn Rivadeneira, aleteia for her
Hay incontables opciones para una mujer que busque la “verdad” sobre el sexo, desde investigar en Internet y leer las últimas encuestas hasta preguntarle a alguna mejor amiga que parezca ser la más experta en la cuestión y a la que nunca le falten las atenciones masculinas.

También podemos recurrir a ciertos famosos que han ofrecido sus propios —y a menudo cuestionables— consejos sobre qué hacer y qué no en el dormitorio.Tanta variedad de consejos puede crear confusión e incomodidad, si intentamos ser algo que no somos.

Normalmente recurriríamos al consejo de nuestras madres, pero pocas de nosotras se sentirían cómodas conversando con ellas sobre sexo, independientemente de la confianza que haya. Así que, ¿cuál es el siguiente mejor recurso?

Pues preguntarle a otra mujer que lleve mucho casada, está claro. Ellas son las auténticas “sexpertas”: las que han pasado por todos los altibajos de una relación hasta el matrimonio y más allá (asumámoslo: nadie, jamás, puede vivir en un matrimonio largo que sea perfectoy sin problemas).

Podrán cambiar los tiempos y la cultura, pero las relaciones entre hombres y mujeres no cambian.

No importa lo que algunos puedan decir, todos queremos lo mismo en nuestras vidas conyugales (o con nuestros futuros cónyuges): sentido, durabilidad, compromiso y amor para toda la vida, aunque nuestra cultura actual intente convencernos de algo diferente.

Hemos pedido a un puñado de mujeres casadas —en matrimonios que van desde los 7 hasta 35 años de duración— que compartan las más profundas verdades sobre el sexo que no escuchamos tan a menudo:

El sexo es lo más cerca que mi marido y yo podemos estar el uno del otro como pareja casada.Restablece nuestro vínculo personal después de una discusión fuerte. Es la diversión de intentar descubrir qué hace disfrutar al otro. Es un gran alivio contra el estrés y es muy divertido buscar el momento para dejar a los niños al margen y escabullirnos para estar juntos en mitad del caos de nuestras vidas.

Es la máxima expresión de entregarse por completo y mostrarse vulnerable ante el otro.Es una relación exclusiva en la que tengo confianza, por ser única entre mi marido y yo. Ninguna otra persona comparte ese intercambio con él. Puede que otras chicas piensen que es mono o que les encante su increíble habilidad con la guitarra, pero yo soy la única que comparte todo mi ser con él, y él se comparte por completo sólo conmigo.

A mi marido y a mí nos dijeron en el curso prematrimonial que el sexo es el “aceite en la lámpara” del matrimonio. Después de casi 30 años, estoy de acuerdo. Cuando empiezo a sentir que mi marido me irrita o me molestan las pequeñas cosas a mi alrededor o me siento distanciada de él, pienso: ¿Cuándo fue la última vez que intimamos? Tenemos que añadir un poco más de “aceite” a la lámpara de nuestro matrimonio. Por lo general practicamos sexo al menos una vez a la semana y nos considero una de las parejas casadas más felices que conozco.

Saber que estamos participando en la vida sacramental hace que el acto sexual no sea sólo algo físico, sino un acto profundo de unión espiritual.

El sexo antes del matrimonio carece, en su inherente naturaleza, de libertad. Conlleva mucha ansiedad en relación a un posible embarazo no deseado y sobre cuestiones de compromiso, acentúa las inseguridades. También puede cegarnos sobre lo buena o mala que es en realidad la relación de pareja. Nos hace dependientes de la otra persona y nos hace sentir obligados a permanecer con él o ella incluso cuando ya hay claras señales de que no funciona.

El sexo con amor en el matrimonio monógamo es el sexo seguro. Y no sólo porque estas parejas no tienen riesgo de ETS o de violencia sexual, sino porque hay libertad en la confianza, en la exclusividad y en el vínculo que compartimos con nuestros cónyuges en el sacramento del matrimonio. Es seguro explorar, jugar, buscar placer en la otra persona y ofrecérselo también.

¡El sexo en el matrimonio es libertad!
En nuestra noche de bodas recuerdo que pensé: Soy libre. Soy tuya y tú eres mío.No me preocupaba lo que pudiera pensar sobre mí. Estábamos enamorados y comenzábamos un camino juntos. Fuimos capaces de entregarnos por completo el uno al otro sin miedo ni preocupación ni falta de compromiso.

El sexo antes del matrimonio es como meter un pie en el agua. El sexo después del matrimonio ¡es zambullirse en el agua de verdad!
Si no habéis dormido juntos antes de la noche de bodas, el interruptor no se va a encender de repente. No tendréis un sexo apasionado al instante. Es posible que sea buen sexo, pero necesitaréis cierto espacio para ajustaros sexualmente el uno al otro.
¡El sexo apasionado e inmediato no es la mejor recompensa a permanecer vírgenes y ser “buenas” chicas!

El sexo de casados merece la pena. Es lo que aprendí en el contexto de una relación amorosa, comprometida y comprensiva. Fue muy diferente a los encuentros apresurados y meramente físicos que había experimentado anteriormente, tan diferente que es difícil compararlos.

El sexo es mucho más que un simple acto físico. El matrimonio ofrece un marco que pone el sexo en el contexto del compromiso de una forma imposible para ningún otro tipo de relación.
Hay una hermosa diversidad de experiencias sexuales dentro del matrimonio. No tenemos que amoldarnos a ningún tipo de estándar. A medida que envejecemos, nos descubrimos de formas nuevas y más profundas. La profundidad de nuestra experiencia es integral.

Incluso después de muchos años juntos,seguimos conociéndonos mutuamente cada vez mejor en la intimidad.

Me encanta que el sexo sea algo que sólo comparto con mi esposo. Es exclusivo, íntimo, privado. Mi marido y yo tenemos amigos y colegas de trabajo del sexo opuesto a quienes apreciamos y respetamos. Pero el sexo es sólo entre nosotros dos.

Al haber estado en relaciones y en citas donde la castidad era difícil de respetar, cuando vuelvo la vista atrás no recuerdo otra cosa. La relación pasaba a centrarse exclusivamente en lo físico.

Frecuentemente, y a menudo el único medidor de mi interés en una persona, era lo lejos que llegábamos físicamente, en vez de nuestra intimidad emocional y el tiempo y las atenciones que nos ofrecíamos.

Mi historial sexual personal surgió de una honda necesidad de afirmación y atención masculina. Era bastante promiscua y pocas veces desarrollé buenas relaciones además de a través del sexo.
Cuando conocí a mi marido, aprendí que era posible tener una relación basada en algo más que el sexo.

El sexo crea un vínculo entre dos personas. Si tienes ese tipo de intimidad con una pareja reciente, la ruptura puede ser extremadamente dura y el dolor muy largo. Uno podría tomarse el sexo más en serio que el otro.

El sexo dificulta distanciarse cuando es necesario en una relación de citas.

A largo plazo, el sexo en el matrimonio puede perder encanto. Porque parte de la diversión del sexo viene de la novedad y del deseo físico básico.

Después de años y años juntos, hemos re-definido la versión de la cultura pop de lo que es la novedad y la pasión, hemos llegado a algo más profundo.

Una vida juntos incluye esas cosas, pero también incluye muchas otras (como problemas económicos, enfermedades, los niños) que pueden quitar la diversión del sexo durante semanas (¡o meses!) constantemente.

Lo más difícil del sexo en el matrimonio son las expectativas sobre la frecuencia con la que se tendrá sexo.

Cuando termina el día, después de alimentar al bebé y atender las necesidades de los niños, a menudo sólo tengo ganas de ir a la cama y no de estar con mi marido. Aunque siempre me alegra cuando busco el tiempo para intimar con él, incluso cuando al principio no tenía ganas.

El matrimonio incluyendo el sexo— consiste en dar de nosotros en sacrificio. ¡Sacrificio! ¡Una palabra que no usamos en nuestra cultura!

Él también tiene que sacrificarse durante ciertos periodos del mes cuando estamos practicando Planificación Familiar Natural o en otros momentos cuando tenemos que abstenernos.

El sexo de casados requiere mucha paciencia y sacrificio y poner primero a la otra persona constantemente.

martes, 26 de julio de 2016

«Cariño, ¿y si metemos 300 peregrinos de la JMJ en el jardín? Serán jóvenes amables y con fe...»


«Cariño, ¿y si metemos 300 peregrinos de la JMJ en el jardín? Serán jóvenes amables y con fe...»
Robert y Malgorzata Wolski son un matrimonio polaco que con la fe venció al alcoholismo
 y hoy viven agradecidos y acogedores



María Martínez, del semanario Alfa y Omega, desplazada a Cracovia para cubrir la Jornada Mundial de la Juventud, cuenta la historia de un matrimonio generoso, Robert y Malgorzata, que ha colocado a 300 jóvenes peregrinos en su jardín, con tiendas prestadas por el ejército y con un sistema de baños y agua aportado por ellos. Pero todo empezó cuando Robert decidió enfrentarse a su alcoholismo el día que murió San Juan Pablo II. Esta es la historia. 


***

A Robert y Malgorzata Wolski les cambió la vida la muerte de Juan Pablo II. Ese 2 de abril, tirado en el sofá mientras su mujer seguía las noticias por televisión, él se dio cuenta de que tenía que salir del alcoholismo que lo había llevado al borde de la muerte. Lo consiguió, asegura, gracias a la intercesión del Papa polaco. La adicción fue «lo que nos acercó más a la Iglesia y el uno al otro».

El jardín y el prado que rodean la casa de Robert y Malgorzata, a las afueras de Cracovia, se convertirá en un pueblo en miniatura. 300 jóvenes alemanes y austríacos llenarán las 30 tiendas militares que el Ejército ha prestado a esta familia.

«Mi empresa de construcción se ha encargado de montar los baños, las duchas, y la cocina» –cuenta Robert a este semanario–. Al frente de la comida estará «mi mujer, con ayuda de una compañía de cáterin».


A su lado, Malgorzata comparte que lo que más los ha movido han sido sus peregrinaciones a Czestochowa con la parroquia de Bolechowiche. «Sabemos que es difícil encontrar alojamiento. A veces, la gente tiene miedo de a quién van a meter en casa. Nosotros, no. Estamos seguros de que van a ser jóvenes con fe y muy amables».

Gracias en buena parte a su generosidad, Bolechowiche, con solo 3.500 habitantes, acogerá a 900 jóvenes, el doble de lo que les pidió la organización.

Una decisión como la de este matrimonio no se improvisa. El coadjutor de su parroquia, el padre Mickal Kania, explica que los Wolski «son muy hospitalarios. Las fiestas de la parroquia son siempre en su casa, y se han implicado mucho en la capilla de adoración prolongada –de 8 a 17 horas cada día– que hemos puesto en marcha como preparación para la JMJ». Robert no le da importancia: «Podemos dedicar tiempo a los demás, no solo a nuestros hijos».

Los Wolski con el padre Michal Kania, su hija Carolina y su hijo Jakub

Cuando eran novios bajo vigilancia 
La historia de su familia, que se fraguó en los tiempos de la caída del comunismo, es como la de tantas otras. Robert y Malgorzata se conocieron en Primaria. Ella venía de una familia de granjeros, y el padre de él trabajaba en la siderurgia.

A finales de los 80, cuando ella tenía 16 años y él 17, «la invité a mi casa, puse música romántica, le pedí que saliera conmigo… Y me dijo que no», recuerda él, riéndose. Un tiempo después, empezaron a salir, aunque «siempre teníamos que llevarnos a su hermano» de carabina. Tras seis años de noviazgo, «nuestros padres nos dijeron: “Todo el mundo habla de vosotros. Casaos, o dejadlo”. Claro, era un pueblo pequeño».

Se casaron en 1994, y unos años después llegaron Jakub y Karolina.

Malgorzata había estado de joven en el coro parroquial y en grupos de oración y Robert había sido monaguillo; pero al principio de su matrimonio su vida de fe se limitaba a la Misa de los domingos.

«Lo que nos acercó más a la Iglesia y el uno al otro –reconoce él– fue mi alcoholismo».

Esta adicción, que había comenzado cuando trabajaba como bombero, lo puso al borde de la muerte cuando sus hijos tenían 7 y 3 años, respectivamente. «Llegué a pesar 46 kilos, y mi hígado no funcionaba. Una vez, me ingresaron con tanto alcohol en sangre que necesité tres semanas, recibiendo transfusiones, para desintoxicarme. Los médicos decían que no había ninguna esperanza».


«Lo que más me ayudó fue la oración»
Robert prefiere que cuente la historia su mujer, que «era la que por aquel entonces estaba sobria y rezando para que Dios me devolviera a ella». Pero «fueron momentos tan duros» que ella, con los ojos húmedos, al principio solo acierta a decir: «Lo que más me ayudaba era la oración».

En seguida se repone, y cuenta cómo el 2 de abril de 2005 todo cambió. Juan Pablo II, el Papa polaco que siendo obispo de Cracovia había visitado su parroquia cuando ellos eran todavía niños, agonizaba. Mientras veía la televisión «recuerdo que pensé que él se estaba muriendo en el Vaticano, y mi marido se estaba muriendo en casa, tirado en el sofá, sin ser consciente de lo que pasaba a su alrededor».

Pero Robert era más consciente de lo que parecía: «En ese momento toqué fondo. Me di cuenta de que tenía que dejar de beber. Y lo conseguí». A partir de ese día, poco a poco, cambió. «Creo que la intercesión de Juan Pablo II le ayudó», confiesa su mujer.

Por eso, tiene un deseo para los jóvenes que van a participar en la JMJ, como sus hijos: «Espero que les ayude a tener fe en Dios y a seguirle, y a creer en el poder de la oración. Es lo que te ayuda en los momentos difíciles».

Lavabos para 300 en el patio de los Wolski

Este verano va a ser muy importante para Jakub, el hijo de Robert y Malgorzata. Antes de empezar la universidad el próximo curso, vivirá su primera JMJ como miembro del equipo responsable de su arciprestazgo.

«Tengo muchas ganas de experimentar el encuentro con el Papa Francisco, que puede enseñarnos a ser más humildes. La jornada es también un momento para hacernos la pregunta de qué es importante en nuestra vida, de qué queremos ser como cristianos». Él tiene dos sueños: estudiar Turismo en la Universidad Juan Pablo II, de Cracovia, para «ser guía en los santuarios de Polonia»; y, el más importante, «ser como mi padre: tener mi propia familia y ser feliz».

Las 12 jubiladas que promueven la unión familiar en la calle

Amar ofreciendo un plato caliente; el proyecto de comedor social


Las 12 jubiladas que promueven la unión familiar en la calle


Más de 20.000 platos calientes se sirven a las personas que lo necesitan. Son 70 menús al día para más de 200 familias. ¿Un plato caliente puede ser una declaración de amor?

Se trata de 12 mujeres jubiladas quienes al ver niños que duermen en las calles por no cenar ni desayunar decidieron implementar su propio comedor social en el barrio.
Las “chicas de la edad de oro” reparten fiambres desde abril de 2014. Todo empezó con un café. Una tarde sentadas a la mesa una de las 12 de 75 años sugirió promover un proyecto para ayudar a las familias de la cuadra.

Raquel Cañaver, otra de las 12, cuenta que contactaron con la asociación vecinal de San José Obrero, para instalar una cocina y electrodomésticos de segundo uso que consiguieron como donaciones en su local.

Unión familiar en las calles
La idea es llevar la comida en una vianda para que puedan compartir el momento en familia y disfrutar la ayuda, detalla Cañaver. “Ninguna de nosotras había cocinado antes, pero no podíamos quedarnos con las manos cruzadas mientras la gente de nuestro barrio no podía comer algo caliente”, expresó.

Las 12 jubiladas que promueven la unión familiar en la calle

Hasta el comedor social llegan también pobladores sin recursos e incluso estudiantes universitarios para recibir un suculento almuerzo, relata otra de las jubiladas. Cada día llegaban más de 200 personas, la situación se nos iba de las manos. Con el corazón cuarteado una de las doce recordaba cuando se quedaba días sin comer luego de la post guerra.

Cocinan todo tipo de paltos desde verduras al vapor, carne a la plancha, hasta guisos y postres. Todos llevan en su fiambre uno de ellos. “A las familias les encanta todo lo que hacemos, aunque su plato preferido son las lentejas”, narra Raquel.

Cocina social que enriquece
Tiempo, horas, dedicación y organización implica esta labor altruista que se inicia con tan solo ofrecer alimentos. Las mujeres se dividen en grupos de tres cada jornada para preparar los alimentos transcurren más de cinco horas cocinando.

“Mis hijos piensan que después de toda una vida trabajando debería descansar”, pero les digo que aguantaré hasta que el cuerpo resista, comenta Raquel, porque esta cocina social me está enriqueciendo personalmente.

Raquel expresa para la prensa extranjera “Parece mentira que a estas alturas de la vida tengamos que seguir ayudando a los más necesitados sin intervención del estado, aunque no haya habido una guerra” .

Solidaridad en las calles
La labor de las 12 es contagiosa. La solidaridad que esta iniciativa ha generado en las calles del barrio de San José Obrero en España nadie la pudo imaginar unos años antes. Ellas han conseguido donaciones de alimentos de personas y familias que han sufrido en carne propia la falta de comida.
“Muchas veces pienso que estamos haciendo el trabajo del gobierno…a veces las instituciones públicas se encogen de hombros ante los dramas humanos”, se queja Raquel.
Sin embargo, la tranquiliza saber que el objetivo principal ha sido cubierto. Lo principal es que estas familias puedan comer caliente y saberse amadas.