jueves, 30 de noviembre de 2017

Seis jugadas para convertirte en un héroe a ojos de tus hijos y hacerlos felices... aunque protesten


Seis jugadas para convertirte en un héroe a ojos de tus hijos y hacerlos felices... aunque protesten
Ellos ya te ven como un héroe. Se trata de serlo para no defraudar sus expectativas.
Eso no implica ser perfecto, pero sí un compromiso definitivo.
"Es necesario que los padres se vean a sí mismos de la misma manera 
que los ven sus hijos. Te guste o no, eres el centro de su mundo, la pieza 
clave de tu familia, el héroe del que todos dependen. Si no estás presente ni 
te involucras, tus hijos acabarán sufriendo las consecuencias".

La pediatra Meg Meeker, autora del best seller Padres fuertes, hijas
 felices, hace esta afirmación tajante en su nuevo libro, Héroe. Cómo 
ser el padre fuerte que tus hijos necesitan (Ciudadela). 
Su apuesta es que los hombres recuperen en la familia el 
papel que la cultura ambiente les niega, pero al que ellos 
mismos también son a veces renuentes con excusas o prioridades 
diversas.

La doctora Meeker les invita a fiarse de su instinto, porque está 
en la naturaleza de los padres ser buenos padres, y casi siempre 
saben qué hay que hacer para ello. Son otras seducciones (las relaciones
 indebidas, los amigos, el trabajo, las propias aficiones) las que les alejan
 de ponerlo en práctica, a lo que hay que sumar, en las últimas décadas, 
la ideología dominante que ridiculiza su papel y autoridad y les 
atemoriza para desempeñarlos.

O, simplemente, no están: en Estados Unidos, el 70% de los niños negros 
viven en hogares sin padre, y lo mismo sucede para un 45% de los niños 
blancos y latinos.

Liderar, sostener y proteger
Sin embargo, y salvo excepciones de maltrato, "todos los niños 
piensan que su padre es maravilloso", sostiene Meeker. Y se 
basa en los datos que recoge en su consulta todos los días desde hace 
treinta y años y en sus investigaciones como profesora de la Facultad 
de Medicina de la Universidad de Michigan, donde vive con su marido 
y sus cuatro hijos.


La doctora Meg Meeker, pediatra y
profesora universitaria, es católica.


De ahí que la misión que propone a los padres es tener coraje moral para hacer lo que deben hacer (liderar, sostener y proteger), aunque les cueste a ellos y aunque disguste a los demás, porque a largo plazo (pero también a corto y medio) lo que lograrán es el amor de sus hijos.

"Tu familia necesita una persona que la guíe. Necesita una persona con perseverancia y determinación para los malos momentos... Tu mujer te necesita como esposo. Tus hijos te necesitan como padre", anima Meeker. Respecto a estos últimos, tengan la edad que tengan, su prejuicio hacia el padre siempre es favorable, y Héroe está poblado de ejemplos concretos que la doctora Meeker ha conocido en su consulta y en los que parecería improbable que fuese así. Pero lo es, sostiene. Por eso, se trata de acercarse al modelo que los hijos tienen de uno, que es, salvo excepciones, el de héroe. Ser de verdad lo que ellos creen que somos y lo que nosotros querríamos también ser.

Seis jugadas clave
No hace falta ser perfecto. Nadie lo es. Incluso si se ha roto la familia por el divorcio, persiste la posibilidad de ser el padre que los hijos necesitan.

Para ello, las páginas de este libro abundan en consejos, ejemplos y datos. Entre ellos, estas seis "jugadas clave" muy prácticas y definitivas: "Te ayudarán a ganar el partido de criar a unos hijos felices y exitosos, convirtiéndote así en un héroe a los ojos de tus hijos e hijas".


Buscando modelos de padres-héroes, Meg Meeker evoca
la figura de Charles Ingalls en 
La casa de la pradera.

Jugada nº 1. Juega con tus hijos. Es la ocasión de desarrollar afectos y crear recuerdos inolvidables. Hay estudios que demuestran que enriquece su habla, mejora su expresividad, le enseña a jugar con sus compañeros, les estimula, les anima a asumir riesgos. Además, el tiempo empleado con ellos (no solo en jugar) se dilata en su memoria. Meeker cita el caso (entre otros) de una niña que "recordaba" largas parrafadas con su padre todos los días antes de acostarse cuando era pequeña. Preguntó luego a su madre, y realmente eran cinco minutos un par de veces a la semana, pero en su cabeza infantil se habían agigantado.

Jugada nº 2. Reza con tus hijos. Los niños vienen "programados" para la fe, sostienen los doctores Robert Newberg y Mark Robert Waldman, a quienes cita Meg. En su necesidad de seguridad (a la que debe contribuir decisivamente su padre), "les tranquiliza la idea de un mundo ordenado por la mano divina". Por eso, "rezar con tu hijo sirve para satisfacer su necesidad de comunicarse con Dios". "A los niños les encanta rezar", añade: "Cuando rezas con ellos, se sienten seguros. Les recuerda que, aunque tú no estés presente, Dios sigue velando por ellos". La imagen de un padre a quien juzgan "fuerte, poderoso e inteligente" arrodillándose ante Dios y reconociendo su poder les une más a él que cualquier otra actividad, dice la doctora Meeker.

Jugada nº 3. Sé una persona estable. Tranquilo cuando ellos estén nerviosos, fuerte cuando se sienten débiles, valiente cuando tienen miedo: "Ser la voz de la razón, el valor y la fe es lo que se espera de un héroe".

Jugada nº 4. Sé una persona honesta. "Nada puede poner más en peligro la confianza de tu hijo que la mentira... La honestidad, la integridad y la verdad son las cualidades más importantes de un héroe, y de un padre también. Sé un hombre íntegro, sé un hombre en el que se pueda confiar, sé un hombre que dice la verdad". Pero, "lo que es más importante, vive en función de esa verdad". Cuenta un caso de su consulta, Suni, una joven que tardó años en recuperar el aprecio extraordinario que tenía por su padre cuando descubrió que engañaba a su madre. Y eso, a pesar de que el hombre rompió la relación espuria, hizo lo posible por recuperar su matrimonio y lo consiguió. Pero el jarrón de la confianza de sus hijos se había roto y costaba pegarlo: "Mi padre está tratando de solucionarlo, pero ya no sé lo que es verdad y lo que es mentira", lamentaba Suni en un momento decisivo de su vida, justo al dejar el hogar para empezar sus estudios universitarios.

Jugada nº 5. Mantente firme. "La disciplina es muy necesaria. No te queda más remedio que plantarte y poner normas". Meeker advierte de que las dificultades no vendrán solo de los hijos. Puede que también de los padres de sus amigos, más dispuestos a ceder. Pero "sí significa sí no significa no", y con el tiempo los hijos lo agradecen: "Saben que la honestidad, la firmeza y las normas significan que te preocupas por ellos". Meg cita un estudio realizado entre presos entre la veintena y la treintena, para descubrir un elemento común. Y se encontró: casi todos confesaban que, siendo niños, "nadie se preocupó por ellos lo suficiente para decirles que no". No es preciso llegar a la delincuencia para sacar esa conclusión: los hijos pueden ser felices recibiendo un "no" a sus caprichos, pero no lo serán si entienden que su padre es indiferente a su suerte.

Jugada nº 6. Mantente comprometido con tus hijos. "Habrá días que no te apetezca levantarte, ni seguir casado, ni ser amable con tus hijos, pero tendrás que hacerlo de todas formas. Eso es lo que significa estar comprometido con tu trabajo, tu mujer y tus hijos". Es la perseverancia, que se lleva buena parte de las historias más potentes que cuenta la doctora Meeker para respaldar sus recomendaciones. Algunas de esas historias encojen el corazón y humedecen los ojos, sobre todo cuando se produce un divorcio, o bien un alejamiento emocional en la adolescencia o juventud que parece irreversible. Pero... ¡nunca es irreversible! Solo hay que perseverar en amarles y en estar siempre disponible para ellos.

Esto es: si se es un héroe, templado en los peores momentos para disfrutar a fondo de los buenos.
                                                                                      Carmelo López-Arias / ReL


miércoles, 29 de noviembre de 2017

¿Hasta donde perdonar a un padre y esposo que nos hizo daño?

Una conmovedora experiencia de cómo unos hijos ayudaron a su madre a cambiar su corazón

Mi  esposo nos abandonó a mí y a mis cuatro pequeños hijos después de mucha violencia física y emocional por su adicción al alcohol, lo hizo para iniciar una nueva relación, y ya no supimos de él por muchos años.
Sin recursos, pasamos por muchas penurias por la que dos de mis hijos no pudieron estudiar para ayudarme a sacar adelante a la familia, lo cual logramos en un ambiente cristiano en el que siempre procuré no hablar mal de su padre, aunque sin ocultarles para nada la verdad.
Al paso de los años nos sobrepusimos a un rechazo cuyo recuerdo fue cediendo como cuando alguien muere… hasta que una mañana, en una calle, el mayor de mis hijos se encontró con un individuo de aspecto indigente que salió a su encuentro. Era él.
Se identificó, y mi hijo con incredulidad hizo ademán de seguir adelante pero lo detuvo un sentimiento de compasión. Lo escuchó. Por sus palabras y parecido lo reconoció y supo que vivía solo, enfermo y en la miseria. Le dijo no querer nada de nosotros que no fuera perdón, y le pidió que llevara ese mensaje a toda la familia, sobre todo a mí.
Se despidió diciéndole que no lo volvería a molestar.
Mi primera reacción fue desear que ese encuentro no hubiera sucedido nunca, para mí simplemente no era justo que hubiera vuelto a aparecer en nuestras vidas, haciendo que en mi memoria volvieran a aparecer los vivos recuerdos de una injusticia que recayó sobre todo en las personas inocentes de mis hijos.
Debo admitir que, en esos momentos, en mi interior se dio un doloroso sentimiento de complacida revancha y gusto por el mal que estaba sufriendo.
Sentimientos que iban contra el espíritu cristiano que trataba de vivir y con el que había formado a mis hijos.
En un domingo de convivencia familiar, al ofrecer los alimentos rezamos el padre nuestro, y al decir: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, mis hijos me miraron a los ojos. Luego me dijeron que deseaban que perdonara a su padre de todo corazón y liberara mi espíritu de una vez y para siempre. Sabían lo mal que lo estaba pasando con ese inesperado encuentro.
El problema era que, además de mi profundo resentimiento,  yo pensaba que si lo perdonaba estaba traicionando el gran amor que sentía por ellos.
Ante su petición, me encontraba en la encrucijada de que perdonar y olvidar  son dos cosas distintas, ya que el “querer perdonar” es cosa de la voluntad, pero por voluntad no se olvidan las cosas, así como así.
¿Cómo olvidar lo malos tratos? ¿Cómo olvidar los días en que a mis hijos solo pude mal alimentarlos? ¿El que dos de mis hijos tuvieran que empezar a trabajar desde pequeños sin poder realizar estudios? ¿Su penosa ausencia en las enfermedades y tantas pruebas? ¿Cómo olvidar las carencias afectivas de mis hijos que provinieron precisamente de quien más necesitaba amor y protección?
No, no quería olvidar,  y eso equivalía a no querer perdonar, de eso me daba cuenta con toda claridad,  y se los dije.
Aun así, mi hijo mayor me dijo que deseaban acogerlo en su propia casa ya que andaba en condición de menesteroso y enfermo, pero que no lo harían si yo no estaba de acuerdo, pues ellos, al igual que yo, pensaban que hacerlo sin esa condición, también sentirían que estaban traicionando el amor entre nosotros.
En ese momento alcé la voz  diciendo que ya eran adultos, y que en todo caso: ellos serían quienes  le atenderían,  que en mi casa jamás volvería a entrar, ni yo lo vería jamás en lo personal.
Entonces me pidieron que tan solo admitiera en mi corazón  “querer olvidar y  querer perdonar” dejando en manos de Dios el poder hacerlo, y que por lo demás, el ofensor ya estaba pagando con evidente sufrimiento.
Luego guardaron silencio, un silencio que en la consciencia me grito durante varios días que no estaba dando el testimonio que ellos esperaban, de quien desde niños  les había enseñado a creer en el Dios del perdón.
Reconocí que no debía admitir que una nube del pasado cubriera de sombra el presente que con tanto esfuerzo y a Dios gracias habíamos construido,  que un buen presente quizá no pueda borrar lo malo  del pasado, pero si cambiarle de signo.
Y accedí sinceramente a “querer olvidar y  querer perdonar” tratando de liberar a su padre de su deuda moral  y liberarme a mí misma del alto precio de mi viejo y constante resentimiento.
Consentí entonces en que viviera en la casa de mi hijo, solo con la condición de guardar mi prudente distancia. Y comencé a rescatar mi paz y libertad interior.
El final no es color de rosa, me decidí por el perdón, sí, pero ahora debo esforzarme en mantener mi decisión en el transcurso del tiempo, cada vez que recuerde la ofensa, que sienta la herida,  ya que de no hacerlo corro el peligro de volver a consentir el resentimiento y retirar el perdón.
Necesitaré mucha humildad y fortaleza, pero quiero lograrlo.
Perdonar es un acto de la voluntad, por tanto, es posible tomar la decisión de perdonar, aunque el sentimiento sea adverso. Ciertamente, hay que tratar de eliminar los sentimientos negativos que hayan quedado después de haber perdonado, por ejemplo, cambiando la herida en compasión y trasformando la ofensa en intercesión.
Perdonar es la más alta manifestación de amor a Dios y, en consecuencia, es lo que más trasforma el corazón humano.
Orfa Astorga, aleteia
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martes, 28 de noviembre de 2017

Consumir pornografía reduce el volumen de materia gris del cerebro, alerta un nuevo estudio médico


La adicción a la pornografía empieza a ser
 un problema de salud pública

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La revista Journal of the American Medical Association (JAMA) es la publicación de la Asociación Médica Estadounidense, y la de mayor difusión en su ámbito del mundo. Recientemente ha publicado los resultados de un estudio que confirman una vez más los efectos negativos de la pornografía en las personas al establecer una correlación entre ciertas alteraciones en la conectividad y la funcionalidad cerebrales con el consumo de sexo online.

El informe ha sido recogido por el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, que explica la importancia del estudio y los resultados que ofrece.

Una industria con millones de consumidores
En primer lugar recuerdan un dato clave del que parte el estudio. El acceso a los contenidos pornográficos en internet ha multiplicado el número de personas que acceden a ellos así como el tiempo que invierten en su visionado.

Los responsables del estudio se basan en la suposición de que el consumo de pornografía se parece a otros comportamientos de búsqueda de recompensa cerebral, búsqueda de novedades y conductas adictivas y plantean la hipótesis de la existencia de alteraciones de la red neuronal del córtex estriado órbitofrontal en usuarios que consumen pornografía con frecuencia.

Para demostrar esta hipótesis diseñaron un estudio realizado en el Instituto Max Planck para el “Desarrollo Humano” en Berlín (Alemania), reclutando a 64 adultos varones sanos que cubren una amplia gama de niveles de consumo de pornografía.

El estudio constata que el consumo de pornografía se asocia con la estructura neuronal, la activación relacionada con la ejecución de tareas y conectividad funcional en estado de reposo.

Reducción del volumen de materia gris del cerebro
Como principales resultados, el estudio destaca la reducción del volumen de materia gris del cerebro, en la zona del núcleo caudado derecho, en el que se constatan modificaciones significativas que implican una asociación negativa, reduciéndose más cuanto más tiempo se pasa visionando pornografía. También se observan cambios en la actividad funcional del putamen izquierdo.

Por su parte, la principal conclusión a la que llegan es a la asociación negativa entre el consumo de pornografía y el volumen de materia gris de las mencionadas áreas de la corteza cerebral.

Paralelamente, la corteza cerebral prefrontal dorsolateral podría reflejar un cambio en la plasticidad neuronal como consecuencia de una intensa estimulación del sistema de recompensa, junto con una menor modulación de áreas corticales prefrontales.

De hecho, las estructuras cerebrales afectadas por el consumo de pornografía están relacionadas con la gratificación y la obtención de placer, responsables de la aparición de fenómenos adictivos cuando son estimuladas de forma repetitiva y frecuente.

Como limitaciones del estudio, debería señalarse que no se establece si las modificaciones observadas podrían responder a alguna condición previa, como una alteración funcional en el sistema de recompensa cerebral que hiciera más vulnerables a algunos individuos por el uso de pornografía.

 ReL

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lunes, 27 de noviembre de 2017

7 citas de santos sobre el ser agradecido

“Da gracias a Dios por adelantado”.

Uno de los aspectos más básicos (y también más difíciles) de la vida es ser agradecido; no solo por lo bueno, sino también por lo malo, y ver la mano providencial de Dios en todas las cosas.
Todos los santos reconocieron la necesidad de la gratitud. Muchos de ellos ofrecieron profundos consejos que pueden alentarnos a través de nuestro esfuerzo diario para ser agradecidos.
Aquí tienen siete frases de santos y santas diferentes que pueden inspirarnos y recordarnos la necesidad de dar gracias.
“Da gracias a Dios por adelantado”. – Beato Solanus Casey
“No hay mejor manera de demostrar nuestra gratitud a Dios y a los hombres que aceptarlo todo, incluso los problemas, con gozo”. – Santa Teresa de Calcuta
“Recordad el pasado con gratitud, vivid el presente con entusiasmo y mirad hacia el futuro con confianza”. – San Juan Pablo II
“Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno”. – San Josemaría Escrivá
“En todas las cosas, observa la providencia de Dios y Su sabiduría, en todo, alábale”. – Santa Teresa de Ávila
“Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud”. – Santa Teresa de Lisieux
“El secreto de la felicidad es vivir cada momento y agradecer a Dios por todo lo que en su bondad Él nos envía, día tras día”. – Santa Gianna Beretta Molla
 Philip Kosloski, aleteia


domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Qué dirías cada mañana cuando te levantas?




Oración de la mañana



 Moisés diría:
"Señor : si tu presencia no va con nosotros, no iremos a ningún lado" 
Éxodo 33.15

 Abraham diría:  
“El Señor proveerá"
Génesis 22.8

 Jacob diría:
“No te dejaré ir hasta que me bendigas” 
Génesis 32.26

 Josué diría: 
“Yo y mi casa serviremos al Señor" 
Josué 24.15

 Samuel diría: 
“Habla Señor, que tu siervo escucha" 
1ª Samuel 3:9

 La viuda endeudada diría:
"Dios puede bendecirme con lo poco que tengo" 
2ª Reyes 4:2-7

 Nehemías diría: 
“El gozo del Señor es mi fortaleza" 
Nehemías 8.10

 David diría:
“El Señor es mi pastor nada me falta" y
 "Este es el día que hizo el Señor, me gozaré y me alegraré en El " 
Salmos 23 y 118.24

 Salomón diría: 
“Confía en el Señor, alma mía , y no en tu propia inteligencia; reconócelo en todos tus caminos y El enderezará tus pasos" 
Proverbios 3-5

 Isaías diría:
"Levántate , levántate y resplandece porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor amaneció sobre ti"       y
 "Ninguna arma forjada en contra de mi prosperará" 
Isaías 54.17 y 60.1

 Jeremías diría: 
“El Señor tiene planes para prosperarme;  son planes para mi bien y no para mi mal" 
Jeremías 29.1

 Ezequiel diría:
"Cada hueso seco en mi vida, vivirá  de nuevo"
Ezequiel 37

 Jonas diría: 
"En mi angustia clamaré a Ti y tú me responderás" 
Jonas 2.1-2

 Pedro diría:
“Pondré mi carga sobre el Señor porque El cuidará de mí" 
1ª Pe. 5.7

Pablo diría:
"El Señor suplirá todas mis necesidades».       y  
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" 
Filip. 4.13  

Y al despertar, ¿que dirías tú?

*MEDITA EN  TU ?ESTAS PODEROSAS PALABRAS,  HÁBLALO, VÍVELO, Y SI LO DESEAS COMPÁRTELO CON TU FAMILIA


Familia Guzmán

sábado, 25 de noviembre de 2017

CINCO JÓVENES QUE QUIEREN SER SACERDOTES

Son seminaristas de distintas nacionalidades que conviven en el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa, en Cizur Menor (Navarra). Con diferentes acentos y perspectivas, una cosa les es común: quieren que el centro de su vida sea Nuestro Señor Jesucristo. Bidasoa es un seminario internacional dirigido por la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei y adscrito a la facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Actualmente hay 98 seminaristas procedentes de 54 diócesis y 24 países diferentes. Hasta ahora han recibido la ordenación sacerdotal 624 alumnos pertenecientes a 109 diócesis de 29 países.




Por favor, ¡rece una de estas oraciones! por vocaciones

y también una de estas por la santificación de los sacerdotes


viernes, 24 de noviembre de 2017

«A todos mis amigos sus padres se lo permiten»... 10 frases que oyen los padres que saben decir no


Un padre serio, que pone límites a sus hijos,
escuchará estas quejas... y no se dejará conmover


«A todos mis amigos sus padres se lo permiten»... 10 frases que oyen los padres que saben decir no
Los niños de familias con autoridad se quejan cuando ven que
a otros niños se les permite todo...pero no hay que ceder
Laura Peraita, en el diario ABC, consulta a Victor Arufe, profesor de la facultad de Educación de la Universidad de La Coruña, sobre las quejas de los niños que dicen a sus padres que "a mis amigos sí les dejan hacer tal cosa". 

«Los niños, por edad, tienen derecho a exigir todo aquello que se les antoje porque no son conscientes de los efectos que tienen a largo plazo en su desarrollo. Pero los padres también están en su derecho a decir que no, precisamente para educarles en valores como la responsabilidad, la espera, la frustración, el aburrimiento... El problema es que por comodidad, la mayoría de las veces, los padres ceden. Están demasiado ocupados con el trabajo y hay menos paciencia a la hora de aguantar berrinches», explica Victor Arufe.

Este profesor puede señalar una serie de frases que dicen algunos niños a los que se les ponen límites que comparan con los de sus amigos, que casi carecen de esas reglas. Arufe cree que son padres «"en peligro de extinción" y no influenciados por modas pasajeras del ámbito de la educación. Pero... a quienes admiro y arropo», asegura.

1. Todos mis amigos tienen más y mejores consolas que yo
El profesor explica que si unos padres escuchan esto a menudo es porque se preocupan de que su hijo no está en este mundo solo para jugar a decenas de videojuegos y tener diferentes consolas. Una o dos pueden ser más que suficiente.

«Una para casa y una portátil, para llevarla de viaje; con esto ya están cubiertas las necesidades básicas (si se le puede llamar así) del tiempo de ocio destinado a los videojuegos. Si le acostumbran a tener todas las que salen nuevas, los padres serán grandes cliente de estas marcas de videojuegos, pero no serán buenos educadores».



2. Los padres de mis amigos les dejan ver «realities» y otros programas de televisión en horario nocturno
«Soy consciente de que esos "malditos" padres os perjudican a muchos de vosotros. Respirad y contad hasta 10 cada vez que escuchéis decir esto a vuestro hijo. Después, preguntadle qué le puede aportar para su crecimiento personal ver esos programas».

3. Quiero un perro como el del vecino y nunca me lo quieres comprar
Cuando llegue este momento, Arufe aconseja preguntar al niño si él se hará responsable de bajarlo todos los días, lavarlo, limpiar lo que ensucia en casa, ponerle la comida y bebida a diario, llevarlo al veterinario, etc. «Si aún así dice que sí, entonces un día lo lleváis a la protectora más cercana y allí preguntáis por el perro que mejor se adapte a vuestro hogar».

4. No entiendo por qué tengo que hacer tanto deporte
Esta frase es un buen síntoma porque «hay muchos niños comodones que no les gusta esforzarse. El deporte es un gran medio para trabajar los valores de esfuerzo, resiliencia, sacrificio, constancia... Valores que serán necesarios en el mundo adulto. Dejarse llevar por lo que quiere un niño sedentario es crear las bases de una persona condenada al sedentarismo. Desde pequeño —explica— debemos establecer un hábito hacia el deporte, y ser conscientes que al principio puede no gustar a los niños. Eso sí, no te pases inscribiéndole a muchos deportes», advierte.

5. Nunca me compras ropa de marca
«Y qué felices los hacemos cuando de repente un día le compras una sudadera Nike!», apunta Victor Arufe. Lo importante es tener ropa, la marca es lo de menos.

«Debemos decirles que no siempre las marcas ofrecen calidad y que, incluso, si la compra puede que otros veinte niños lleven la misma prenda. Enséñale a valorar si le sienta bien, si le gusta el tacto de esa prenda, los colores, si ahorra dinero con la paga al no comprar una prenda de marca que es más cara, etc».

6. Mis amigos van a un restaurante de comida rápida una o varias veces a la semana y nosotros casi nunca
«Qué malos son los padres que no van casi nunca a los restaurantes de comida rápida y se preocupan por darle la mejor alimentación a sus hijos a base de caldos y comidas bien preparadas con ingredientes lo más naturales posible», ironiza este profesor.

«Estoy seguro de que cuando vaya a una hamburguesería u otro restaurante de comida rápida lo va a disfrutar mucho más que el niño que va tres veces por semana. Estas son las cosas que os agradecerán cuando sean adultos».

7. Todos mis amigos tienen móvil menos yo
También puede decirte que todos los amigos tienen mejores móviles que él. «Si tiene móvil, tendrás que enseñarle a usarlo, gestionarlo, hacerle ver el gasto que conlleva para ti, decirle que lo cuide, que lo use a unas determinadas horas del día, que no envíe ni comparta cosas que puedan estar relacionadas con valores negativos, bullying, etc. En definitiva, que tendrás que emplearte a fondo para que no sea un niño o adolescente cuyos papás le han cedido al móvil la función de su tutoría y acompañamiento en la vida. Si no tiene móvil, invítale que te diga cinco razones importantes para que se lo compres. Me temo que no llegará a las cinco», confiesa.



8. Todos mis amigos tienen Instagram
En este asunto, Arufe es tajante. «Es increíble cómo muchos padres consienten que sus hijos menores de edad estén enganchados a diferentes redes sociales solo con el objetivo de compartir fotos de su cuerpo o estética corporal, llenas de filtros y desvirtuando la realidad. ¡El mundo no necesita cuerpos bonitos, necesita mentes sabias!».

9. Todos mis amigos se acuestan a la hora que quieren
Los niños deben tener horarios y el sueño está dentro de ese horario. El profesor recomienda establecer dos tipos de hora para acostarlos: la diaria adaptada al horario de la escuela y la de fin de semana. Lo importante es que descansen las horas que recomiendan los expertos en pediatría y sueño. Hay niños que van con mucho sueño al colegio y no son capaces de prestar atención o seguir la explicación del profesor, lo que puede conducir a un fracaso escolar.

10. A todos mis amigos les dan una paga mayor que la mía
Dice un viejo proverbio chino: «regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». «Acostumbrar a los hijos a recibir pagas grandes sin apenas hacer esfuerzo para conseguirlas es crear una obligación que no tienes por qué tener. Conforme avance en edad —explica Arufe— te irá pidiendo más y más cuantía, y llegará un momento, a los 16 años, que te pedirá semanalmente 50 euros a los que no podrás acceder. Ahí empezará un conflicto familiar difícil de resolver».

ReL
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miércoles, 22 de noviembre de 2017

3 maneras de ir a la confesión cuando sientes vergüenza por tus pecados


No es malo que sientas vergüenza por tus pecados,
pero no permitas que esto te bloquee


Antes que todo, medita un pasaje del Evangelio sobre la pasión de Jesús y considera que Él desea, por su misericordia infinita, aplicarte todas las gracias que Él ganó para ti en la Cruz. Él desea perdonarte. Respóndele. La vida pasa rápido y debemos preparamos para la eternidad.
No temas. Dios te ama y estará contigo en la confesión. ¡Confía en Jesús! y verás que paz y felicidad recibirás.
Aquí tienes 2 consejos para asistir a la confesión cuando sientes verguenza

1.- Busca un sacerdote que no te conozca

Si lo deseas puedes ir a confesarte en un lugar donde el sacerdote no te conozca. Las Iglesias deben tener horas de confesión donde se puede ir a confesar sin que te vean la cara.
Como sacerdote te puedo decir que, cuando alguien se confiesa de un gran pecado, lo que siento es gran admiración por esa persona porque ha tenido el valor de confesarse.
Los sacerdotes sabemos que dar el paso a la confesión es una gracia y requiere humildad.
Quien se confiesa ha tenido el valor de reconocer su pecado y humillarse. Eso es admirable.

2.- Examen de conciencia

En cuanto a recordar los pecados, haz un examen de conciencia con humildad. Una lista de preguntas puede ayudarte con ese examen.
Si sinceramente confiesas todo lo que recuerdas habiendo hecho el examen, la confesión vale.

3.- Vencer la tentación de aplazar la confesión.

Decídete hoy pues mañana podría ser muy tarde. Haz un examen de conciencia, pon tu mirada en Jesús que te ama y quiere perdonarte y da el paso adelante.
Si hace mucho que no confiesas. No temas. Díselo al sacerdote y él te ayudará.
 
Padre Jordi Rivero. Fuente: corazones.org. Artículo publicado por pildorasdefe.net


lunes, 20 de noviembre de 2017

Las estrategias del demonio para apartarnos de la fe

Estas son las ocho estrategias preferidas del demonio para apartarnos de nuestra fe. Él es el padre de la mentira, y por ello no es de extrañarse que en un momento hayas caído en alguna de ellas. ¡Conócelas!

 Demonio padre de la mentira


1. El demonio calumnia a Dios

Él habla como lo que es: el “padre de la mentira”. En el comienzo mismo de la historia, lo primero que hizo fue calumniar a Dios: “¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?” (Génesis 3,1) De la misma forma, ahora quiere presentar la virtud como imposible, y el pecado como fácil. Pero ante eso, Cristo nos alerta: “Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición” (Mateo 7,13).

2. Trata de convencer a todos de que él mismo no existe

Tal vez el primero en decirlo expresamente fue Charles Baudelaire: “La mayor astucia del demonio es hacernos creer que no existe.” Ese pensamiento lo han ratificado teólogos serios como José Antonio Sayés, y expertos sobre exorcismos como Valter Cascioli. En su Audiencia del 15 de noviembre de 1972, el Papa Pablo VI afirmó lo que hoy todavía niegan incluso algunos sacerdotes. 

3. Hace creer que la felicidad radica en el tener 

Raíz del pecado original, fue que el demonio provocó la desobediencia a Dios bajo la tentación del poder. El pecado original fue el primero que se cometió, y de él surgieron muchos otros. En ese sentido, San Pablo destaca: “Hagan, pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia” (Colosenses 3,5).  

4. Busca mantenernos distraídos, superficiales, cómodos, egoístas y frágiles

Cristo advierte de este peligro en la Parábola del Sembrador: “La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto en ellos” (Mateo 13,22). Al respecto, el Papa Francisco señala que en todos los momentos de la historia, en el ser humano ha estado presente la búsqueda enfermiza de sí mismo, el egoísmo y la concupiscencia, por lo que tenemos que aprender de los santos que nos precedieron y enfrentaron las dificultades de su época.  

5. El demonio trata de quebrarnos mediante el relativismo de valores

Los valores morales no pueden estar sujetos a lo que dicten las mayorías o los grupos en el poder. Cuando era Prefecto para la Doctrina de la Fe, el Card. Joseph Ratzinger aseguró que aceptar el subjetivismo, tanto en el ámbito de la religión como en lo referente a las cuestiones morales, lleva a la destrucción de la sociedad. “Si compete a las mayorías definir las reglas morales, una mayoría podrá imponer mañana reglas contrarias a las de ayer”. 

6. Intenta que perdamos el sentido de la verdad 

A lo largo de la historia, individuos, grupos y organizaciones se han dedicado a cultivar y difundir la mentira, proponiendo que Dios no es la fuente del amor caritativo. El Papa Benedicto XVI aseguraba que un cristianismo que practica la caridad, pero sin hacer de su centro la Verdad, puede confundirse con un conjunto de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales; y de este modo en el mundo no habría un lugar específico para Dios. Así, el amor mismo quedaría reducido a sentimiento, emoción, pasión o capricho, y Dios se convertiría en un simple pensamiento o gusto para consumo privado. 

7. El demonio intenta que pongamos nuestra fe en el progreso y no en Dios

Para Francis Bacon, con el descubrimiento de América y el perfeccionamiento de la técnica, surgió una nueva época, basada en la correlación entre ciencia y praxis, que establece el dominio del hombre sobre la creación. Según esta visión, si bien antes la recuperación de lo que el hombre había perdido al ser expulsado del paraíso se esperaba en la fe en Jesucristo, ahora la “redención” se espera de la correlación entre ciencia y praxis. Esta perspectiva ha influido en la crisis actual de la fe, en una crisis de la esperanza cristiana, como también lo ha señalado el Papa Emérito Benedicto VI.

Y si todo lo anterior fallara…

8. Intentará asustarnos con muestras de persecución 

La persecución abierta es la que ejerce el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico, un intento de exclusión forzada de la fe, que, por temor, impide a los padres educar a sus hijos según sus creencias y convicciones. Otro tipo de persecución es aquélla que empieza por normalizar el crimen, como en el caso del aborto; y en cambio criminaliza a quien pretenda impedirlo, relegándolo al aislamiento, persecución que amenaza con demandas y multas, que trata de estandarizar a los jóvenes por la vía de la presión social de alejarse del ridículo; y que por supuesto, ha incluido el secuestro, la tortura,  y la muerte de laicos, sacerdotes y obispos que defienden la vida desde su concepción hasta la muerte natural.

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Por qué es bueno dejar que tus hijos se peleen



Pero quizás quieras esperar hasta que sean lo bastante mayores como para entender las normas de una pelea justa.

Si me dieran un dólar cada vez que digo “Niños, por favor, ¡podéis parar de pelear!”, probablemente podría pagar mis préstamos universitarios. En serio, mis hijos se pelean constantemente.
La mayoría de las veces no se pelean por algo real, sino por alguna grosería imaginaria o la percepción de una agresión. “Es que me está mirando” es un recurrente inicio de discusión, al igual que “¡Me tocaba hablar a mí y ha empezado él!”.
Si tuviera tiempo y espacio para analizar sus discusiones, estoy segura de que descubriría que, en realidad, luchan por algo real, como el desarrollo de sus nociones de justicia o su floreciente autonomía o cosas así. Pero no tengo tiempo ni espacio. Tengo cinco hijos. Así que les suplico que dejen de pelearse porque no puedo manejarlo de otra forma.
Por suerte (¿o por desgracia?) para mí, según parece, la tensión y la discusión son habilidades esenciales para fomentar la creatividad. Sí, en serio. Véase el testimonio de Adam Grant, de The New York Times, en su artículo Dejen pelear a los niños, cuyo título ya despierta el temor en los corazones de madres de todo el mundo:
“Presenciar discusiones y participar en ellas nos vuelve más resistentes. Desarrollamos la voluntad de pelear batallas a contracorriente y nos da la habilidad de ganarlas, así como la resiliencia de perder una batalla hoy sin perder nuestra determinación a futuro. (…)
Si nadie discutiera jamás, muy probablemente no renunciaríamos a viejas formas de hacer las cosas, y ni hablar de intentar probar nuevas. Los desacuerdos son el antídoto para el pensamiento grupal. Cuando estamos fuera de sincronía estamos en nuestro punto más imaginativo. No hay mejor momento que la niñez para aprender a repartir palos y a recibirlos”.
Fíjate tú. Vale, lo entiendo. Entiendo que los hermanos Wright diseñaran su doble hélice pionera después de semanas de contiendas a voces, pero os garantizo que su madre no estaba en la misma habitación durante esas peleas intentando pagar facturas o hablar por teléfono. Segurísimo que no. Porque si hubiera estado, ese avión nunca se habría diseñado y todos estaríamos usando trenes bala en vez de aviones nocturnos.
Entiendo que la creatividad florece en medio del conflicto, que la resiliencia se aprende a través de los conflictos y de su resolución, y que el pensamiento de grupo es algo malísimo.
Por un lado, me encanta la idea de enseñar a mis hijos a tener desacuerdos saludables. De hecho me encantan las reglas que se establecen en el artículo para esos desacuerdos:
  • considera la discusión como un debate, no un conflicto
  • argumenta como si estuvieras en lo correcto, pero escucha como si estuvieras equivocado
  • interpreta la perspectiva del otro de la manera más respetuosa
  • reconoce los puntos en los que coincides con tus críticos y lo que has aprendido de ellos.
Por otro lado, solo imaginar la aplicación práctica de estas reglas me da acidez de estómago. Daré por supuesto, a pesar de la imagen que encabeza este artículo, que el público infantil objetivo es algo mayor de 5 años, por el bien de mi cordura (y la de los lectores). Pero para niños mayores esto suena estupendo.
Con un niño en el umbral de la adolescencia, me parece que poner por escrito estas normas en nuestra cocina es una forma magnífica de arbitrar nuestras discusiones antes de que se desmadren. Es una norma externa a la que todos podemos acudir en el calor del momento y que quizás evite que las discusiones desciendan a acusaciones e ira.
Y si mis hijos me salen súpercreativos y resilientes, pues eso que aplicamos.
Este artí­culo fue publicado originalmente en la edición inglesa de Aleteia , y ha sido traducido y / o adaptado aquí­ para lectores de habla española.
Calah Alexander, aleteia